Valvi es una podenca de 3,5 años que ha sido adoptada hace 3 meses. No se sabe gran cosa de su vida anterior, pero es una perra con muchos miedos: a ruidos, a bicis, a patinetes, a hombres (especialmente con gorra), a la soledad…
Su responsable está preocupada porque no la ve feliz. En este caso el entorno no ayuda porque vive en el centro de Logroño y cada vez que sale a la calle hay mucho movimiento, estímulos y ruidos que hacen que Valvi vaya en tensión y no disfrute del paseo.
Por supuesto el hecho de salir de casa ya cuesta porque Valvi sabe lo que hay fuera y le cuesta salir.
En estos casos es muy importante que sus responsables sepan leer el lenguaje corporal de Valvi, identificar qué cosas le asustan, molestan o excitan y que tengan herramientas para ir trabajando los miedos de su perra.
Hay que tener en cuenta que además ha sido adoptada hace poco, y que Valvi no sabe si ese va a ser su sitio. Nosotros sabemos que le ha tocado la lotería, pero la perra tiene que ir viendo poco a poco que sus necesidades básicas están cubiertas, que puede confiar en nosotros y que poco a poco puede ir ampliando su mundo o entorno.
Siempre tenemos que empezar a trabajar en casa, en un entorno controlado donde hay más posibilidades de que la perra vaya venciendo sus miedos
Una de las mejores cosas a hacer en estos casos, es ir proponiendo al perro retos olfativos. Me refiero a simplemente por ejemplo preparar un pequeño circuito en casa con una silla, una escoba, una escalera, y que la perra se atreva a buscar comida por entre esos objetos y que se atreva a pasar por encima de la escoba, por debajo de la silla….
La clave es que vaya ganando confianza y seguridad para ir pudiendo, de manera gradual, enfrentarse a todos sus miedos. Paralelamente se mejoró su alimentación, se revisó el modelo de paseo y de juegos, se hicieron prácticas de soledad, y poco a poco Valvi pudo estar más tranquila y disfrutar de su nueva vida